La no tan limpia verdad detrás de la energía nuclear
La energía nuclear se produce
mediante los procesos tanto de fisión como de fusión. Ambos suceden a un nivel
atómico; el primero, se utiliza para liberar energía en el caso de elementos
pesados; el segundo, de igual manera pero con elementos ligeros. En la actualidad la fisión nuclear,
particularmente la del uranio, es el procedimiento por excelencia que se
utiliza para generar energía eléctrica en los reactores nucleares a nivel
mundial. Este procedimiento es, en estricta teoría, una forma en la que se puede
producir energía sin repercusión alguna…si se le observa solo por la
superficie. A diferencia de la fusión, la fisión requiere una serie de pasos
que dependen de combustibles fósiles para su funcionamiento, entre varios otros
detalles que se mencionarán a continuación a manera de crítica. La fusión
nuclear, por más limpia que pueda ser como herramienta de generación de
energía, no es viable en lo más mínimo: este fenómeno se presenta en las
estrellas como nuestro Sol, por lo que manejar tantos miles de grados en una planta es algo que se encuentra fuera
del alcance tecnológico actual.
Por
sí misma, la energía nuclear creada a base de fisión no tiene repercusiones en
el ambiente salvo cantidades ligeras de radiación emanadas en el ambiente
debido a su naturaleza intrínseca radioactiva. Los sieverts, medida con la que
se cuantifica la radiación absorbida por la materia viva, que se liberan al
exterior se encuentran dentro de los niveles que el medioambiente mismo posee
en condiciones normales. En otras palabras, eso no tendría una verdadera
repercusión como algo peligroso. Como se mencionó con anterioridad, el núcleo
del problema yace en los procesos intermedios que hacen posible la generación
de energía.
Uno
de los problemas principales, y muchas veces ignorado, sucede en las mismísimas
minas de las cuales se extrae el uranio. Se trata de subproductos tóxicos,
denominados relave, que necesitan ser contenidos y almacenados en tranques o
pozas de relaves, en donde lentamente los contaminantes se van decantando en el
fondo y el agua es eventualmente recuperada o evaporada. El material queda
dispuesto como un depósito estratificado de materiales sólidos finos. El manejo
de relaves es una operación clave en la recuperación de agua y para evitar
filtraciones hacia el suelo y napas subterráneas, ya que su almacenamiento es
la única opción debido al riesgo ecológico que representan. Para obtener una
tonelada de concentrado se generan casi treinta toneladas de relave. En
resumen, almacenarle contrae gastos energéticos que se traducen a combustión de
recursos fósiles; dicho de otro modo, esto es contaminación del ambiente tanto
se les almacene o se les libere.
Otro
factor que entra en juego es que, de acuerdo a las leyes de la química, no toda
la materia puede utilizarse de vuelta para generar energía. En el caso de los
isótopos del uranio, los cuales necesitan ser enriquecidos para podérseles
utilizar, se aprovechan en un 95%. A primera vista, esto puede parecer
beneficioso…hasta que se cae en cuenta que ese 5% es un mundo de diferencia
cuando de productos radioactivos se trata.
Los desechos necesitan ser igualmente depositados en instalaciones
especiales junto con versiones variadas de plutonio, lo cual representa el
mismo problema que se presentó anteriormente: ser ignorado y contaminar
drásticamente el ambiente o representar gasto de combustibles fósiles,
contaminando el ambiente gracias a ello.
Por
último, y no por ello menos importante (de hecho, todo lo contrario), existe
siempre el riesgo de que la planta nuclear sufra algún desastre. En caso de que
el reactor entre en fusión, la planta puede sufrir cualquier estilo de
problemas, desde una explosión catastrófica hasta liberación de sieverts que
contaminarían al ambiente de una manera espantosa. Por ponerlo de otra manera,
nos podemos remitir al caso de Chernóbil y Fukushima. En ambos casos se liberó
una cantidad de radiación lo suficientemente grande para contaminar la región
por más de un siglo. En el primer caso, ocurrido hace ya casi cincuenta años,
se abandonó el pueblo por completo y se utilizaron “tumbas” para sepultar y
aislar áreas críticas que emanan aún radiación. Se estima que ha transcurrido
poco tiempo para que el medioambiente se reponga del tremendo impacto sufrido.
Ahora
bien, ¿la energía nuclear debería ser prohíba por completo? Es imposible:
países como Francia dependen en más del 80% en su energía total de las plantas
nucleares. Lo que se podría sugerir es reducir la dependencia, con el propósito
de reducir la posibilidad del colapso de los reactores. Otra medida que se
podría utilizar, de manera complementaria, es utilizar recursos energéticos
renovables para operar los gastos energéticos que las plantas nucleares
requieren: eólica, solar, marina, etcétera. De igual manera, se debería complementar
con otras fuentes energéticas renovables, como las anteriormente mencionadas.
El fin de esto, de nuevo, es evitar el tercer y último riesgo, valiéndose
únicamente del poder nuclear en lo estrictamente necesario.
Colaboradores:
Equipo 6
Equipo 6
- Hilda Nallely Cardoso Estrada
- Zayra Samantha Ruiz García
- Diana Paulina Cortés Farías
- Jorge Alberto Sierra Espino
- Juan Mattei Haga