La Huella de Carbono
La huella de
carbono es una manera de medir el impacto ambiental que ejercen las actividades
cotidianas con respecto al cambio climático. Se refiere a la cantidad de gases
de efecto invernadero que cada individuo produce a través de sus actividades
diarias, ya sea al utilizar algún aparato electrónico, transportarse en
automóvil, etc.
Existen dos tipos de huella de
carbono. La huella primaria es la cantidad de CO2 u otros gases invernadero que
uno produce directamente, de sus propias acciones. La huella secundaria habla
sobre la cantidad de CO2 u otros gases invernadero que se producen en el
proceso de manufactura y descomposición de todo lo que se adquiere y se
desecha.
La huella de carbono se puede
medir en kilogramos o toneladas, calculando la cantidad de gases invernadero
producidos por cada actividad realizada. El cálculo no es muy preciso, pero
ayuda a concientizar acerca de cuánto se produce y por ende basarse en ello
para mejorar los hábitos.
La huella de carbono mide el CO2
en el ambiente, el cual es responsable por el efecto invernadero y el acelerado
aumento de su producción en los últimos años, causando cambios bruscos en el
clima de todo el mundo y, entre otras consecuencias, el deshielo de los polos.
El deshielo hace cada vez más
imposible a los osos polares vivir en el ártico, también se pierde gran parte
del porcentaje de agua dulce que se encuentra en el hielo de los polos, la cual
va a dar al océano aumentando el nivel de los mares e inundando pequeñas islas
y costas, poniendo en riesgo la vida de muchas personas.
El aumento de temperatura ha
causado cambios bruscos en el clima, un aumento en el número de desastres
naturales y graves sequías alrededor del mundo. A causa de esto, el cambio en
el clima afecta directamente a las personas con golpes de calor, deshidratación
y enfermedades; además de estos problemas, provoca graves sequías en lo que
antes eran campos de cultivo, al igual que complicaciones relacionadas con la
pesca; las sequías junto a los cambios de clima ocasionan dificultades en la
agricultura y el comercio, aumentando el precio de varios productos y afectando
a la economía mundial además de haber aumentado la incidencia de incendios
forestales en las últimas décadas.
¿Qué son los bonos de carbono?
Los bonos de carbono son un mecanismo
internacional de descontaminación, para reducir las emisiones contaminantes al
medio ambiente; es uno de los tres mecanismos propuestos en el Protocolo Kioto. El sistema ofrece
incentivos económicos para que empresas privadas contribuyan a la mejora de la
calidad ambiental y se consiga regular la emisión generada por sus procesos
productivos, considerando el derecho a emitir CO2 como un bien canjeable y con
un precio establecido en el mercado. La transacción de los bonos de carbono —un
bono de carbono representa el derecho a emitir una tonelada de dióxido de
carbono— permite mitigar la generación de gases invernadero, beneficiando a las
empresas que no emiten o disminuyen la emisión y haciendo pagar a las que
emiten más de lo permitido.
Las reducciones de emisiones de GEI se miden en
toneladas de CO2 equivalente, y se traducen en Certificados de Emisiones
Reducidas (CER). Un CER equivale a una tonelada de CO2 que se deja de emitir a
la atmósfera, y puede ser vendido en el mercado de carbono a países Anexo I
(industrializados, de acuerdo a la nomenclatura del protocolo de Kyoto).
Existen varios tipos de bonos dependiendo de la
manera en que hayan sido generados.
• Certificados
de Reducción de Emisiones (CERs)
• Montos
Asignados Anualmente (AAUs)
• Unidades
de Reducción de Emisiones (ERUs)
• Unidades
de Remoción de Emisiones (RMUs)
Sin
embargo, se puede contribuir para reducir la huella de carbono a nivel
individual. Los procedimientos no son necesariamente costosos ni complicados de
implementar; por el contrario, consisten en seguir el sentido común y en el
optimizar los energéticos con los que contamos. A continuación se mostrará una
lista que pretende atajar unos cuantos puntos básicos:
1.
Aislar la casa térmicamente: al implementar un aislante térmico se logrará que
el edificio en cuestión sufra cambios de temperatura más lentamente. Esto
conllevaría a un menor gasto energético, ya que los aires acondicionados y
calentadores requerirían menos uso; en efecto, se estaría reduciendo el valor
energético que se consumiría por vivienda. Lo que desemboca a…
2.
Dar mantenimiento a los sistemas de enfriamiento o calentamiento: ambos
aparatos previamente mencionados consumen energía para regular la temperatura
de un edificio en cuestión. Es importante mencionar que factores como el uso y
el polvo pueden reducir la eficacia con los que dichas máquinas operan,
causando en consecuencia un desempeño más pobre y un mayor gasto de energía
para lograr el efecto deseado.
3.
Reemplazar los focos incandescentes por lámparas fluorescentes compactas (CFL):
está demostrado científicamente que los CFL consumen hasta un 75% menos de
energía que un foco incandescente.
4.
Mantener apagado los dispositivos electrónicos que no estén en uso: no se
requiere un doctorado ni algún título ingenieril para deducir que los
dispositivos consumen electricidad mientras permanezcan perdidos. Por lo tanto,
desconectarles mientras estén en desuso representará un ahorro energético considerable.
5.
Utilizar el agua fría siempre que sea posible: el agua caliente requiere más
energía que la fría por el simple hecho que la primera tiene un gasto
energético de por medio. Si el clima es bastante cálido, se puede aprovechar el
agua no calentada. De la misma manera se puede aprovechar este recurso de
impacto energético menor cuando no sea necesario usar el agua caliente: para
lavar los platos y las prendas, para cocinar, para regar el jardín, entre
otras.
Fuentes:
http://vidaverde.about.com/od/Ciencia-y-naturaleza/a/Conoce-Tu-Huella-De-Carbono.htm
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